COMPARTIENDO LA VERDAD

SIMÓN DE CIRENE [Mateo 27:32]

simón de cirene
Tabla de contenidos

¿Qué te dice el nombre de Simón de Cirene? ¿Te suena de algo? Ciertamente no es uno de los nombres más conocidos, ¿verdad?

 Aunque, dicho eso, si buscamos “Simón” en algún diccionario, es fácil que encontremos “Simón Cireneo” y una breve descripción de lo que le hizo pasar a la Historia.

Simón de Cirene es una figura bíblica que aparece en los relatos de la crucifixión de Jesucristo en los Evangelios. Se le menciona en tres de los cuatro Evangelios canónicos: Mateo 27:32, Marcos 15:21 y Lucas 23:26. No hay ninguna mención directa en el Evangelio de Juan.

Según los relatos, mientras Jesús llevaba la cruz hacia el Gólgota para ser crucificado, los soldados romanos le pidieron a Simón  que ayudara a Jesús a cargar la cruz. Esto ocurrió después de que Jesús había sido azotado y estaba debilitado por el sufrimiento físico. Simón de Cirene, quien posiblemente estaba en Jerusalén para la celebración de la Pascua, fue obligado por los soldados a cargar la cruz detrás de Jesús.

El hecho de que los Evangelios mencionen específicamente que Simón de Cirene fue forzado a ayudar a Jesús a llevar la cruz sugiere que era un acto de humillación común en la práctica romana de crucifixión. Aunque inicialmente pudo haber sido obligado a hacerlo, la experiencia de Simón de Cirene de llevar la cruz detrás de Jesús podría haber tenido un profundo impacto en él, llevándolo a conocer mejor a Cristo y posiblemente a convertirse en seguidor suyo.

La inclusión de Simón de Cirene en los relatos de la crucifixión de Jesús resalta la importancia de la ayuda y el apoyo mutuo en momentos de dificultad. También enfatiza la idea de que incluso aquellos que inicialmente pueden ser obligados a participar en actos de injusticia pueden ser testigos de la verdad y convertirse en seguidores de Cristo.

Ni siquiera en la Biblia, que es donde Simón de Cirene hace su primera y única “aparición” en el drama de la Historia, se le puede comparar con, por ejemplo, Abraham, Moisés o Pedro. De hecho, de los más de 30 000 versículos que hay en la Biblia, el nombre de Simón de Cirene solamente se encuentra en tres de ellos; y, por si esto fuera poco, ¡los tres dicen más o menos lo mismo! ¿Cuáles son esos tres versículos y qué dicen?

1. “Cuando salían, hallaron a un hombre de Cirene que se llamaba Simón; a éste obligaron a que llevase la Cruz” (Mateo 27:32).

2. “Y obligaron a uno que pasaba, Simón de Cirene, padre de Alejandro y de Rufo, que venía del campo, a que le llevase la cruz” (Marcos 15:21).

3. “Y llevándole, tomaron a cierto Simón de Cirene, que venía del campo, y le pusieron encima la cruz para que la llevase tras Jesús” (Lucas 23:26).
Y eso es todo. Se puede resumir en pocas palabras: Cuando los soldados estaban llevando al Señor al lugar de ejecución, en el camino obligaron a un tal Simón de Cirene a llevar la Cruz del Señor.

No se nos dice por qué, aunque la tesis más probable parece ser que los soldados se habían dado cuenta de que el Señor no iba a poder llegar arriba llevando Él solo su Cruz, sin ayuda. Si fue así, no sería nada extraño. 

El Señor llevaba unos tres años y medio dándose a la gente, caminando mucho y descansando poco, y acababa de pasar la agonía de Getsemaní, la traición de Judas Iscariote, la deserción de todos los demás discípulos y una noche entera de soledad, de una humillación tras otra en tres juicios diferentes (ante el Concilio, ante Herodes y ante Pilato) y de la más cruel tortura física y psicológica.

Por tanto, en el drama del último viaje del Señor antes de su muerte, Simón  parece poco más que un extra que entra en el escenario sin que apenas se note y que poco tiempo después vuelve a salir para desaparecer para siempre. ¿Pero es así?

La vida de simón de cirene

Lo que sabemos:

¡Es sorprendente cuánta información puede haber en unas pocas palabras!

1. Sabemos cómo se llamaba: acerca de eso Mateo, Marcos y Lucas concuerdan.

2. Sabemos de dónde era: de Cirene, en el norte de África, muy cerca de lo que hoy es Trípoli, la capital de Libia.

3. Sabemos que tuvo por lo menos dos hijos, Alejandro y Rufo (cf. Marcos 15:21). Cabe la posibilidad de que los tuviera después; las palabras de Marcos podrían significar que Simón era el padre de Alejandro y Rufo cuando Marcos estaba escribiendo.

4. Sabemos que Simón probablemente era judío: su nombre es un nombre judío muy común; se sabe que, en la zona de Cirene, en aquel entonces había muchos judíos; y parece razonable pensar que Simón se encontraba en Jerusalén justo por esas fechas, porque se estaba celebrando la fiesta judía de la Pascua.

5. Sabemos que Simón “venía del campo” (Marcos 15:21; Lucas 23:26). Es decir, estaba entrando en la ciudad, no saliendo de ella como todos los que formaban parte de la procesión que acompañaba a los tres hombres que iban a ser ejecutados aquella mañana. 

Nos podemos imaginar a Simón acercándose a la ciudad cuando, para su sorpresa, ve un montón de gente saliendo de la ciudad en medio de mucha emoción; y para su mayor sorpresa (y probablemente totalmente en contra de su voluntad) se encuentra obligado por los soldados a llevar una de las cruces.

6. Sabemos que los soldados se fijaron en él. ¿Por qué? ¿Fue porque tenía pinta de extranjero? ¿O fue porque era un hombre fuerte, justo lo que hacía falta en ese momento? En esto podría haber alguna pista más acerca del aspecto físico de “nuestro hombre”.

Lo que quizá ocurrió:

Aquí me voy a atrever a expresar algo mucho más trascendental que una simple descripción de Simón de Cirene. Voy a sugerir que Simón de Cirene, como consecuencia de lo que le pasó aquel día, se convirtió en cristiano. Esta sugerencia puede parecer, a primera vista, un disparate. ¿Cómo se puede sacar tanto de esas pocas palabras de Mateo, Marcos y Lucas?

La respuesta es la mención (en Marcos) de los hijos de Simón: “Simón de Cirene, padre de Alejandro y de Rufo” (Marcos 15:21). Aunque parezca fruto de una fértil imaginación basar la conversión de alguien solamente en la mención de sus hijos, tal vez las siguientes preguntas nos ayuden a ver que no es una teoría tan descabellada como puede parecer:

1. ¿Cómo sabía Marcos que Simón de Cirene tuvo dos hijos?
2. ¿Cómo conocía Marcos los nombres de los dos hijos de Simón de Cirene?
3. ¿De qué conocía Marcos a Alejandro y a Rufo?
4. ¿Por qué menciona Marcos a Alejandro y a Rufo en su Evangelio?

Propongo la siguiente tesis (que juzgue el lector si es creíble o no, si convence o no):

1. Marcos conocía a Alejandro y a Rufo, hijos de Simón de Cirene.

2. Las personas para quienes Marcos escribió su Evangelio también conocían a Alejandro y a Rufo; si no, ¿por qué nombrarlos?

3. Tanto Marcos como la mayoría de sus lectores eran cristianos; por tanto, parece razonable pensar que Alejandro y Rufo también lo eran.

4. No es imposible —aunque esto ciertamente no se puede demostrar— que el Rufo nombrado en Romanos 16:13 fuera el mismo Rufo que era hijo de Simón de Cirene: hay algunas circunstancias que asocian el nombre de Marcos con la iglesia cristiana en Roma.

5. Si Alejandro y Rufo eran cristianos, parecería mucha coincidencia que ese hecho no tuviera nada que ver con su padre, quien pasó a la Historia como el hombre que llevó la Cruz del Señor Jesús.

6. Parece natural que Simón de Cirene les contara a sus hijos (¡y a todos sus familiares, amigos y conocidos!) lo que le había pasado cuando estaba en Jerusalén, y sobre todo si a él mismo le había impactado.

7. Es posible que Simón de Cirene, después de haber llevado la Cruz de Jesús, se quedara para ver ejecutados a los tres hombres; y que lo que viera y oyera aquel día en el Calvario tuviera un gran impacto sobre él, hasta tal punto que, ese mismo día o un tiempo después, llegara a creer en Cristo, a ser cristiano; y que todo ello se lo transmitiera a sus hijos Alejandro y Rufo.

8. Y años más tarde, cuando Marcos escribe su Evangelio, conociendo a los hijos de Simón y sabiendo que muchos de sus lectores también los conocían, menciona sus nombres como los hijos de aquel que había llevado la Cruz del Señor.

Normalmente no pensamos en Simón de Cirene como uno de los que estuvieron ante la Cruz. Pero es probable que estuviera, ¿verdad? ¿O es que parece más probable que, después de haber llevado aquella Cruz, se fuera enseguida sin esperar a ver el fin del “espectáculo”?

Lo que podemos aprender

De todas las lecciones que se podrían mencionar, hay tres que parecen sobresalir:

La providencia de Dios

¿Qué es la providencia de Dios? Es cómo Dios va guiando a las personas y sus circunstancias para que se cumplan sus propósitos. No es difícil verlo en el caso de Simón de Cirene:

1. Simón estaba en el lugar oportuno en el momento oportuno. “Venía del campo”, sin duda no esperaba nada de lo que le iba a ocurrir. Pero Dios lo tenía todo planeado. Era su propósito que Simón tuviese aquel viernes un encuentro con el Señor Jesucristo; ¡y qué encuentro!

2. Los soldados se fijaron en él. Había una multitud de gente; pero era el propósito de Dios que, ante la necesidad de encontrar un “voluntario”, se fijasen en Simón de Cirene, alguien que no tenía nada que ver con lo que estaba pasando. ¡La providencia de Dios!

3. Simón no estaba buscando al Señor aquel día, ¡pero el Señor estaba buscándole a él! Y puso a Simón en ese lugar, justo en el momento oportuno, e hizo que los soldados se fijasen en él y le escogiesen a él para ese trabajo, porque todo venía del Señor, ¡para que se cumpliese su propósito para un hombre de África!

¿Y no es así también con nosotros? ¿Acaso no se ve esa misma providencia divina en nuestras vidas hasta en los detalles aparentemente más insignificantes? Piensa en tu propio caso: en los lugares donde has estado, en las personas con las que te has cruzado, en lo que has hecho y en las cosas que te han pasado. No todo ha sido ni fácil ni agradable, pero todo ha estado dentro de los propósitos de Dios para ti.

Llevar la Cruz

SIMÓN DE CIRENE

En un sentido, lo que hizo Simón aquel día fue algo tan irrepetible como lo fue la muerte del Señor en la Cruz: nadie más en toda la Historia ha hecho lo que hizo Simón —llevar la Cruz del Señor— ni nadie más lo hará.

Pero, dicho eso, la imagen de Simón de Cirene llevando aquella Cruz “tras Jesús” (Lucas 23:26) nos recuerda lo que es el discipulado cristiano: 

“Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame” (Marcos 8:34). 

Esto no es algo opcional para los más comprometidos. Seguir al Señor no es como asegurar tu automóvil decidiendo entre pagar más para tener una mayor cobertura y pagar menos con mayor riesgo. 

Con el mensaje de Cristo no hay dos o más opciones, no se puede optar por pagar lo mínimo para ir al Cielo. No, si quieres ser cristiano, tienes que negarte a ti mismo, tomar tu cruz y seguir al Señor. Ni el Señor ni los Apóstoles hacían lo que, por desgracia, muchos hacen ahora: pintar la vida cristiana de color de rosa y ocultar el costo.

“Salgamos, pues, a él, fuera del campamento, llevando su vituperio” (Hebreos 13:13). ¡Vayamos tras el Señor! ¡Identifiquémonos con Él! ¡Suframos con Él y por su causa! ¡Y un día sabremos hasta qué punto mereció la pena!

El cambio que puede producir un día

Cuando Simón de Cirene despertó aquel viernes, ¡no tenía ni idea de lo que le esperaba! Pero para cuando se acostara al final del día, ¡sabría que había sido un día que había cambiado su vida! En un solo día había pasado de la ignorancia del Señor al conocimiento de Él, ¡de la indiferencia a la fe! ¿Qué había producido ese cambio? ¡Había estado ante la Cruz!

No todos los encuentros con el Señor son así de dramáticos, pero para nosotros también un día puede producir un cambio muy grande. Puede ser por una conversación con alguien, por algo que leemos, por alguna noticia especialmente impactante, por algo que nos pasa o por algún encuentro con la Palabra de Dios que, como la “dinamita” espiritual que es, ¡explosiona en nuestro corazón! Sin embargo, lo que más puede cambiar nuestras vidas sigue siendo la Cruz de Cristo y el haber estado ante ella. 

Ya no se puede estar allí físicamente, pero sí espiritualmente. La Palabra de Dios nos la describe y la fe nos puede llevar hasta allí. ¿Has experimentado el cambio, la transformación, que experimentó aquel día Simón de Cirene?

Cireneos (Κυρηναῖος, Kyrēnaios, Kyrenaios).

Los residentes de Cirene, una ciudad en la costa del norte de África. Los cireneos estuvieron presentes en Jerusalén durante el sermón del día de Pentecostés de Pedro (Hechos 2:10). Entre otros, los judíos de Cirene discutieron con Esteban en Jerusalén e incitaron a su arresto (Hechos 6:9–12; ). 

Los cristianos de Cirene (quizás del mismo grupo que inicialmente discutió con Esteban) comenzaron a predicar el evangelio en Antioquía después de la persecución que siguió al martirio de Esteban (Hechos 11:20). En el Nuevo Testamento se menciona a dos cireneos por su nombre: Simón, quien fue obligado a cargar la cruz de Jesús (Mateo 27:32; Marcos 15:21; Lucas 23:26) y Lucio, un maestro cristiano en Antioquía (Hechos 13:1).

Este Simón era un judío de la ciudad comercial de Cirene, situada en la costa norte de África. Iba entrando en Jerusalén cuando los soldados romanos lo obligaron a cargar con la cruz de Jesucristo hasta el Gólgota. El incidente consta en Mateo 27:32; Marcos 15:21 y Lucas 23:26. Como africano, quizá Simón haya sido negro o muy moreno.

Y llevándole, tomaron a cierto Simón de Cirene … y le pusieron encima la cruz para que la llevase tras Jesús. Lucas 23:26

Es indudable que Jesús habrá estado exhausto. Había tenido que soportar varios juicios sin dormir, además del inmisericorde azote y el abuso extremo al que lo sometieron. Y ahora según la tradición romana él debía cargar su propia cruz, o por lo menos la vara transversal, hasta el lugar de ejecución. 

Al parecer había tropezado bajo el peso del madero. Es verdad que no lo dice ninguno de los evangelistas, pero la tradición cristiana lo ha mantenido. Y esto podría explicar por qué los soldados aprovecharon a Simón de Cirene y le transfirieron la cruz sobre los hombros, obligándolo a cargarla. La Iglesia siempre honró a Simón por este acto de caridad, aunque lo hayan obligado a hacerlo.

Parece claro que Simón y su familia se convirtieron a Cristo. Marcos lo identifica como el ‘padre de Alejandro y de Rufo’ (Marcos 15:21), lo cual indica que era bien conocido en la iglesia de Roma para el tiempo en que el Evangelio de Marcos se divulgó allí. ‘Simón el que se llamaba Niger [negro]’, uno de los líderes en la iglesia de Antioquía, pudo tratarse de este mismo hombre (Hechos 13:1), y el Rufo y su madre a los que Pablo saluda en Roma (Romanos 16:13) también pudieron tratarse de la misma familia. Todo esto sugiere que el Simón que cargó la cruz para Jesús era un africano negro de la región que llamamos Libia.

Es interesante reflexionar sobre la manera en que tres de los principales actores en el drama de la pasión se relacionaron con la cruz. Podemos decir que Judas provocó la cruz, porque su traición llevó directamente al acontecimiento; Barrabás escapó de la cruz y consiguió su libertad a expensas de Jesús; y Simón cargó la cruz, la llevó para Jesús. Más aun, estas tres experiencias no son incompatibles con la experiencia cristiana actual. 

Como Judas, nosotros hemos provocado la cruz con nuestra codicia y nuestra hipocresía. Como Barrabás, hemos escapado de la cruz por medio de aquel que murió en nuestro lugar. Y como Simón, estamos llamados a llevar nuestra cruz cada día, y seguir a Cristo.

Cirene.

Importante ciudad colonial griega situada en África del Norte, en una de las cinco ciudades llamadas Pentápolis. Se cree que haya sido fundada por los dorios en 632 a.C. Simón, el que ayudó a Jesús con la cruz, parece que era judío cireneo (Mt. 27:32). Los cireneos se reunían con otros en una sinagoga en Jerusalén; algunos fueron predicadores; y uno era miembro prominente de la iglesia de Antioquía (Hch. 6:9; 11:20 y 13:1).

Relevancia bíblica

La presencia e influencia de los judíos en Cirene se refleja en varios pasajes del Nuevo Testamento.

  • Un judío de Cirene llamado Simón llevó la cruz de Jesús (Mateo 27:32; Marcos 15:21; Lucas 23:26).
  • Los judíos de Cirene se contaban entre los peregrinos en Jerusalén que escucharon el discurso de Pedro durante la Fiesta de las Semanas (Hechos 2:10).
  • Los representantes de la diáspora judía de Cirene se opusieron a Esteban en Jerusalén (Hechos 6:9).
  • Algunos seguidores judíos de Jesús de Cirene fueron responsables de los primeros gentiles convertidos en Antioquía (Hechos 11:20).
  • Luciano de Cirene fue profeta y maestro en Antioquía (Hechos 13:1).

Durante el período del segundo templo, Cirene fue un centro clave en la Diáspora judía. Los habitantes judíos de Cirene estaban estrechamente relacionados con Jerusalén y otras comunidades judías de la región mediterránea. Se creía que los judíos de Cirene eran fundamentales en la comercialización de la preciada planta de silfio en todo el Mediterráneo (Oden, Libyan Christianity, 61).

Los miembros de la diáspora en Cirene probablemente conservaron un fuerte sentido de identidad judía (Goodman, Rome and Jerusalem, 422). Según Josefo, enviaron ofrendas al Templo de Jerusalén (Josefo, Antigüedades, 16.6.5). Manteniendo sus intereses nacionales, también lucharon en las guerras judías contra Roma (Cassius Dio, Roman History, 68.32; Josefo, Guerra judía, 6.2, 7.11). Los radicales Sicarii aparentemente operaban en Cirene (Josefo, Guerra judía, 6.11; Goodman, Rome and Jerusalem, 428). Un hombre llamado Jason de Cirene hizo una crónica de muchos de los eventos históricos registrados en 2 Macabeos (2 Macabeos 2:23).

Simón De Cirene Estudio Bíblico

Cuando salían, hallaron a un hombre de Cirene que se llamaba Simón; a éste obligaron a que llevase la cruz

 Mt 27:32.

En realidad, lo que se dice en el v. 32 también podría haberse incluido bajo el encabezamiento siguiente, porque Simón no actuó por su propia iniciativa. Los soldados lo obligaron a hacer lo que hizo. Pero dado que el Nuevo Testamento y la tradición antigua ponen tanto énfasis en él y (probablemente) en su familia, se da un encabezamiento separado al v. 32. 

Ahora, mientras salían (de la ciudad) encontraron a un hombre de Cirene llamado Simón. A él lo obligaron a llevar la cruz (de Jesús). 

Como era costumbre y en conformidad con la ley la ejecución se hacía fuera de la ciudad (Ex. 29:14; Lv. 4:12, 21; 9:11; 16:27; Nm. 15:35; 19:3; cf. Jn. 19:20; Heb. 13:12, 13). Los condenados a crucifixión tenían que cargar sus propias cruces. 

Los comentaristas se dividen ante la cuestión de si esto se refiere al palo horizontal solo, puesto que el vertical ya había sido puesto en el Gólgota, o a la cruz completa. Puesto que nada hay en el texto o en el contexto que indique otra cosa, se supone que la segunda postura—toda la cruz—es la correcta.

A la luz del hecho de que el título o acusación fue puesto sobre la cabeza de Cristo (v. 37), es casi seguro que los artistas tienen razón al preferir la cruz latina que tiene forma de daga: †. 

Jesús también llevó su propia cruz (Jn. 19:16, 17), pero no por mucho tiempo. Su agotamiento físico completo le hizo incapaz para llevarla muy lejos.

 Considérese lo que ya había aguantado en las últimas quince horas: la tensa atmósfera del Aposento Alto, la traición de Judas, las agonías de Getsemaní, la deserción de los discípulos, la tortura de un juicio completamente hipócrita ante el Sanedrín, la burla en el palacio de Caifás, la negación de su discípulo más prominente, el juicio ante un juez injusto, el terrible suplicio del azote, la pronunciación de una sentencia de muerte sobre él, y el séptuple abuso a que fue sometido por los soldados en el pretorio.

 Humanamente hablando, ¿no es una maravilla que haya podido llevar la cruz siquiera una corta distancia?

Cuando Jesús sucumbió bajo su carga, los legionarios, ejerciendo su derecho de “requisición” o de “hacer demandas” a la gente (véase sobre Mt. 5:41), obligaron a Simón, un hombre de Cirene—localidad que estaba en una meseta a unos dieciséis kilómetros del Mar Mediterráneo en lo que actualmente es Libia (al oeste de Egipto)—que cargara la cruz el resto de la distancia. 

La teoría de que Simón no podía haber sido judío porque dio a sus hijos nombres griegos (Mr. 15:21) carece de mérito, dado que muchos judíos seguían esa práctica. Además, en Cirene había una gran colonia de judíos (Hch. 2:10; 6:9; 11:20; 13:1). 

La otra especulación de que este hombre debió de ser un agricultor, porque este viernes por la mañana venía “del campo” (Mr. 15:21) también carece de base. 

Aun en el presente mucha gente, además de los agricultores, tienen conexiones comerciales o sociales en el campo. Aun hay quienes viven en el campo.

La siguiente reconstrucción de los hechos, aunque no es segura, es probable. Simón, un judío, había venido a Jerusalén para asistir a una de las grandes fiestas (en este caso la Pascua), según la costumbre de muchos judíos, incluso los de Cirene (Hch. 2:10). Aun había una sinagoga de los de Cirene en Jerusalén (Hch. 6:9).

Ahora bien, este viernes, al volver Simón a la ciudad de una visita al campo, los soldados que llevan a Jesús al Calvario, quizás (pero no es seguro) por la vía Dolorosa, y que ahora van pasando las puertas para salir de la ciudad, lo obligan a prestar este servicio. 

Entonces—¿de mala gana al principio?—Simón lleva la cruz de Cristo, llega al Calvario y presencia lo que allí ocurre. La conducta de Jesús y sus palabras de la cruz dejan tal impresión en Simón que se hace cristiano. 

Posteriormente él y su familia están viviendo en Roma. Quizás haya vivido allá antes, pero en todo caso era cireneo de nacimiento (entre los primeros cristianos había muchos cireneos, Hch. 11:19; 13:1).
Marcos, escribiendo a los romanos, menciona a Simón “padre de Alejandro y Rufo” como si dijera, “personas a quienes vosotros, los que vivís en Roma, conocéis bien”. 

Pablo, en su carta a los romanos (16:13) escribe: “Saludad a Rufo, escogido en el Señor, y a su madre y mía”. Evidentemente la madre de Rufo—es decir, la esposa de Simón—había prestado algún servicio maternal a Pablo.

Si esta reconstrucción corresponde a los hechos el servicio que Simón prestó, aunque inicialmente fue “forzado”, se constituyó en una genuina bendición para él, para su familia y para muchos otros.

Alejandro y rufo

RUFO (Gr. Rhoúphos; Lat. Rufus)

1. Hijo de Simón de Cirene y hermano de Alejandro (Mr 15:21). La referencia sugiere que era bien conocido para los lectores de Marcos.

2. Alguien a quien Pablo saluda, y a su madre, en Romanos 16:13. Lo llama «escogido en el Señor». Si el evangelio de Marcos fue escrito en Roma, puede ser el mismo del 1 anterior.

ALEJANDRO.

1. Hijo de Simón, quien cargó la cruz de Jesús, Mr 15:21

2. Un familiar del sumo sacerdote, que estuvo presente en la defensa de Pedro y Juan, Hch 4:6

3. Judío de Éfeso, Hch 19:33

4. Un calderero, 1 Ti 1:20; 2 Ti 4:14.

what happened to simon of cyrene after the crucifixión

After helping Jesus carry the cross to Golgotha, Simon of Cyrene’s specific actions and fate are not recorded in the Bible. The Gospel accounts do not provide further details about his life after the crucifixion.

However, Christian tradition and various legends have emerged over time regarding Simon of Cyrene’s subsequent life and impact. Some traditions suggest that Simon became a Christian and joined the early Christian community, while others propose that his sons, Rufus and Alexander, mentioned in Mark 15:21, were active members of the early Church. Additionally, some legends claim that Simon returned to Cyrene and preached the Gospel there, while others suggest that he was martyred for his faith.

It’s important to note that these accounts are not found in the canonical Scriptures and are considered part of Christian tradition rather than historical fact. As such, the exact details of Simon of Cyrene’s life after the crucifixion remain uncertain and are subject to interpretation and belief within various Christian traditions.

cyrene people

The people of Cyrene were inhabitants of the ancient Greek city-state of Cyrene, located in present-day Libya. Cyrene was founded in the 7th century BC by Greek settlers from Thera (modern-day Santorini) and became one of the principal cities in the region of Cyrenaica.

The population of Cyrene was ethnically diverse, with Greeks being the dominant group among the settlers. Over time, the city developed into a center of Greek culture, education, and commerce in North Africa. Its inhabitants engaged in various activities, including agriculture, trade, and craftsmanship.

Cyrene was known for its intellectual and cultural achievements, producing renowned scholars, philosophers, and poets. The city was also famous for its school of medicine, which attracted students from different parts of the Mediterranean world.

In addition to the Greek population, Cyrene was home to indigenous Berber and later Roman inhabitants following the city’s conquest by the Roman Empire in 74 BC. The integration of different cultures contributed to Cyrene’s cosmopolitan character and rich cultural heritage.

How did simon of cyrene die

There is no specific historical record detailing the death of Simon of Cyrene, the man who helped Jesus carry his cross to Golgotha during the crucifixion. The Bible does not provide further information about Simon after his encounter with Jesus on the road to Calvary.

In Christian tradition, Simon of Cyrene is sometimes revered as a saint for his act of compassion and assistance to Jesus. However, details about his later life or death are not documented in the canonical scriptures or in historical records.

Since there is no definitive account of Simon of Cyrene’s death in religious or historical texts, any information about his eventual fate beyond his role in the crucifixion of Jesus remains speculative or based on tradition.

why did simon of cyrene carry the cross?

Simon of Cyrene carried the cross for Jesus during the crucifixion because Jesus, weakened by the beatings and flogging he endured, was unable to carry it alone. The event is described in the Gospels of Matthew (27:32), Mark (15:21), and Luke (23:26).

According to the biblical accounts, as Jesus was being led to Golgotha (the place of the crucifixion), the Roman soldiers compelled Simon, who was passing by, to carry the cross for Jesus. This act of assistance not only helped Jesus physically but also symbolically represented the idea of bearing one another’s burdens, reflecting Jesus’s teachings about compassion and selflessness.

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